Hubo una mentira de patas cortas que le ganó a una verdad. La mentira no estaba apurada por llegar a la meta, se lo tomó con calma; fue una cauta y constante mentira versus una apasionada y torpe verdad. Al final la mentira llegó a la meta y fue mentira que una tortuga con sus patas cortas no pudiese ganarle a una liebre. Y fue verdad que la liebre se quedó con las ganas de que su victoria fuese de verdad.
(c) Guillermo Galli